jueves, 6 de agosto de 2009

No pierdas más tiempo

A pura resaca resisto el vendaval que empuja ferozmente tu puerta contra el marco. Si logra vencerme no voy a dejar que otra vez me apriete los dedos (no otra vez!).
Como pirañas, mil y un cerrojos se relamen hambrientos de prisión. Por ahora, el reloj no se excede en puntualidad y continúa saltando de número en número, pero sigue llevando una filosa tijera en sus manecillas. Busca cortar la gruesísima cuerda que mantiene de pie a mi paciencia. Y está cerca. Muy cerca... Demasiado.
¿Mi paciencia? Luce preocupada. Debiera sacarle una foto, pues en contadísimas ocasiones he visto tanta preocupación en su semblante. Sus rodillas se codean, sus hombros se arquean peor que sus cejas y su nariz moquea gastados aires de melancolía.

Grietas aquí y allá. Goteras. Amaneceres repetidos. Moribundas ideas que caminan famélicas por las calles manchadas de polvo y aceite de los suburbios de mi mente. Antiguas fantasías tapizan las paredes como publicidades obvias y estúpidas. Ríos de tinta roja y azul, que aceptan y respetan mutuamente su individual existencia, ruedan hacia las alcantarillas hacia las mismas cañerías subterráneas que desagotaron a hace muchísimo tiempo (ayer) inmensos lagos negros de agua podrida.
Todo está muy próximo al desastre, a la liberación, a la sucesión de palabras filosas y sedientas de tu carne. Y no quiero eso. No lo quiero porque saben nadar muy bien hacia las profundidades del dolor. Saben de puntos débiles y de como encontrarlos.

El vendaval aumenta y tu corazón en punto muerto. El futuro luce desconcertado al ver diversos destinos sacando número en la recepción. Sólo Dios sabe como terminará esto.
¿Qué dije? ¿Dios? ¡Error! Dios está en la cola.
El diablo sabrá entonces ¡Mierda! El mismísimo también ha sacado número.

No pierdas más tiempo.
La ruleta comienza a girar. La bola brinca satírica.
¿Qué número saldrá? ¿Colorado o negro?
Por primera vez deseo al verde cero.

No pierdas más tiempo.
Murmura lo que haya que murmurar.
Escucha lo que tengas que escuchar.

No pierdas más tiempo.
Observa lo que haya que observar.
Golpea lo que haya que golpear.

Vos hablarás. Yo escucharé.
Yo hablaré. Vos escucharás.
Ambos pensaremos (siempre será así...).
Simplemente. Completamente.

No pierdas más tiempo.
No permitas que la noche te sorprenda sin faroles encendidos.

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