martes, 28 de julio de 2009

Derrumbe

Y los ojos se abrieron.
Y la cama me abrigó.
Y las sábanas me cubrieron la nariz.
Y los ojos.
Y la frente.
Y el frío me atacó.
Y las piernas se plegaron.
Y los ojos se cerraron.

Y en el silencio aulló.
Y lo escuché muy cerca.
Y los hombros se alzaron.
Y los párpados se arrugaron.
Y los pies se impresionaron.
(Junto a ellos estaba)
Y los ojos se abrieron.

Y el calor me asoló la piel.
Y la garganta se secó.
Y la lengua recorrió los dientes.
Y la nariz respiró muy fuerte
(Por allí quiso colarse)
Y la cabeza sacudió la almohada.
Y la oreja quedó aislada.
Y los ojos se cerraron.

Y una picazón en la pierna.
Y una molestia en la frente
Y un pliegue cortante en la ropa
Y una picazón en el brazo.
Y un golpazo en la mente
Y los ojos se abrieron.

Y los brazos se levantaron.
Y las sábanas me descubrieron.
Y el alivio me abrazó.
Y me mimó.
Y me mordió.
Y sangré rojo intenso.
Y los brazos se levantaron.
Y las sábanas me abrigaron.
Y los ojos se cerraron.

Y (te) soñé.
Y (te) pensé.
Y (te) imaginé
Y (te) odié.
Y (te) besé.
Y (te) volví a bendecir.
(Volvió a intentar invadirme)
Y gemí.
Y los ojos se abrieron.

Y oí varias palabras.
Y oí a las letras desordenadas.
Y jugué a descubrir tu sombra.
Y gané.
Y un ruido brotó de la cama.
(Bramó, entonces, tan fuerte)
Y sangré rojo intenso.
Y jugué a redescubrir tu sombra.
Y perdí.
Y los ojos se cerraron.

Y el frío me congeló los pies.
Y los dedos me dolieron.
Y el pliegue de la sábana cortó otra vez
Y volví a sangrar.
Y fue azul.
Y fue revelador.
(Hasta él se sorprendió)
¿Y de que reino?
Y no hubo respuesta
Y los ojos se abrieron.

Y la oscuridad amainó
Y hasta se compadeció.
Y me ofreció una tregua por esa noche.
Y yo la rechacé.
Y el polvo apareció por doquier.
Y todo se sacudió intenso e infame.
Y los ojos se cerraron

Y la nariz se obstruyó.
Y la boca se enlodó.
Y los oídos se taponaron.
Y las manos se contaminaron.
Y los pies se ensuciaron.
Y los atroces de pedazos caían.
Y herían sin piedad.
Y los ojos se abrieron.

Y todo fue como antes.
(— ¿Como antes? ¡Avisen! —dijo)
Y todo fue como antes.
(— ¡Como antes no! —dije)
Y los ojos se cerraron.

Y todo fue como antes de tu cielo.
Y de tu infierno.
Y de tu dedos.
Y del suave ulular de tu voz.

Y me dormí.
(¿Con los ojos abiertos?)
(¿Con los ojos cerrados?)
(Con los ojos vigías, esperándote)

Me la tengo merecida

Me la tengo merecida,
porque siempre jugarla de estratega,
por siempre escapar por la tangente

Me la tengo merecida,
porque siempre lograr esquivar el flechazo
embebido en amor cuando venía hacia mí

Me la tengo merecida,
por siempre iluso, por siempre ingenuo,
por idealizar ideales sin ideal

Me la tengo merecida,
porque la felicidad jamás asomará
por demasiado tiempo en mi balcón

Me la tengo merecida,
por siempre terco, por siempre perseverante,
por el imbécil insistir en lo efímero

Me la tengo merecida,
por pretender un peón comer a la reina
y jaquematear la corona en la misma jugada.

Me la tengo merecida,
por jugar otra vez al amor
sin hojear siquiera el reglamento.
(Si nunca supiste jugar bien a eso...)

Me la tengo merecida,
porque siempre serás una burbuja
que alucina con su resplandecer
y explota al rozar la palma de mi mano.

Estoy llorando por vos.
Pero no te preocupes,
porque me la tengo merecida