Me la tengo merecida,
porque siempre jugarla de estratega,
por siempre escapar por la tangente
Me la tengo merecida,
porque siempre lograr esquivar el flechazo
embebido en amor cuando venía hacia mí
Me la tengo merecida,
por siempre iluso, por siempre ingenuo,
por idealizar ideales sin ideal
Me la tengo merecida,
porque la felicidad jamás asomará
por demasiado tiempo en mi balcón
Me la tengo merecida,
por siempre terco, por siempre perseverante,
por el imbécil insistir en lo efímero
Me la tengo merecida,
por pretender un peón comer a la reina
y jaquematear la corona en la misma jugada.
Me la tengo merecida,
por jugar otra vez al amor
sin hojear siquiera el reglamento.
(Si nunca supiste jugar bien a eso...)
Me la tengo merecida,
porque siempre serás una burbuja
que alucina con su resplandecer
y explota al rozar la palma de mi mano.
Estoy llorando por vos.
Pero no te preocupes,
porque me la tengo merecida
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